martes, 25 de agosto de 2009

La letra con sangre entra...


De cómo la instancia de la letra apareció en mi sangre
¿A?/¿O?, ¿Existe al menos Uno que sepa, que responda por la letra de mi sangre?


Porque, actualmente ese enigma ocupa el podio de LA -bueno, uno de "LAS"- tragedias de mi vida.
Pasa que toda mi vida creí que mi sangre era A, me lo dijo mi papá, y yo, obviamente, le creí. Y no solamente eso, sino que fui militante del A, orgullosa de ser A -así como el orgullo gay, el mío era el orgullo A-.
Y es que me encanta esa letra; es la primera, es de mujer, femenina y, además, si eres gringo es una buena nota... En fin, era todo maravilloso siendo A.

Sin embargo, por esos avatares del destino, un día tuve la ocurrencia (más bien la obligación, impostada de altruismo) de donar sangre. Ha sido la experiencia más bizarra y tragicómica de... ese mes. Navegué por una retahíla emocional; de sentirme en una sitcom gringa, a visualizarme en el patíbulo.
Primero que nada (y antes que todo, obvio) tuve que responder a un cuestionario de lo más intruso. Preguntas tales como ¿Ha tenido sexo con más de una persona a la vez? ¿Ha pagado por tener sexo? ¿Usa drogas por vía intravenosa? ¿Ha tenido sexo anal?, etc. He de confesar que estos cuestionamientos me hicieron sacar más de una sonrisa irónica. Incluso se me ocurrió compartir con la enfermera mi ocurrencia de que, con tamaños requerimientos, debia de serles difícil conseguir donantes. Aciaga alocución que no hizo más que ponerla en guardia y dudar de la calidad de mi sangre. (Notese el "dudar de la calidad de mi sangre", de más está con esto que incluya aquí la descripción de mi afrentada “sangretividad”.
Para salir de la duda paranoide que le había impuesto ¿impostada? en seguida se puso a sacar muestras (de manera fervorosa). Mientras yo, dispuesta a salvaguardar el honor de mi sangre, me sometí a sus pinchazos estoicamente.
Estabamos en eso cuando a la muy obtusa –ella, la aguda- se le ocurre decirme que mi sangre era del grupo O...

-¿Ooooo? -más encima me dice:

- "Sí, es el más común"

- Grrrrrrrrr...

Mancillada en mi "A", todavía faltaba lo peor. (Léase todo esto en tono de: Oh dioses, que os hecho para merecer tanto castigo!)
Me hicieron pasar a una sala donde me enterraron un clavo -Sí era un clavo, no un aguja- en mi brazo y se me indica que tenía que llenar con mi ya devaluada sangre, una bolsa enorme que daba vueltas. Aaaaaaaaay... Fue un verdadero drama, la sangre no me quería salir (debe de haber estado in-dignada después de que se puso en duda su procedencia y honor) y yo, por mientras, hacía toda clase de "happenings" para que aquella enfermera diabólica se apiadara de mi, me sacara el clavo y me dejara en libertad.
Claro está que la muy sádica no me lo sacó hasta que, media hora después, había llenado su saco con mi in-dignada sangre y yo yacía en el silloncito toda obnubilada y con el saludable color del conde Pátula.
Al final y, como premio por haberme portado pésimo realizado el show de la vida; anunciando que en cualquier momento me iba a desmayar, gritando que el brazo me iba a explotar, etc. , me dieron una miserable cajita de jugo para que "me recuperara"...

-Que fraude, después de ese sufrimiento, me esperaba por lo menos una comida en el Ritz.

Así salí replanteando mi existencia:
-ya no era A, era O...

Bueno, ser O también tenía sus ventajas, si bien, para Lacan A en francés es el gran otro; en español el gran otro es O y, para la revista Cosmopolitan el gran O es el orgasmo... así que, de esta manera resignifiqué y quedé de lo más convencida con mi O.

Adempero, la historia no termina aquí. Nuevamente tuve que hacerme un exámen de sangre y adivinen que me salió...

- ¡A!

-Ah nO!, estos desgraciados (¿Quiénes serían? ) me quieren volver loca, ahora no sé quién soy... si ni siquiera el oráculo de Google puede responder a mi duda existencial

-¿Soy A o soy O?

“He aquí la histeria de cómo la instancia de la letra (el inconsciente) se cristalizó en mi sangre”.

De esta manera se ilustra cómo el ingenuo pedazo de carne (al que me imagino feliz corriendo por los prados con animalitos Disney… -nah, que fome), al ser atravesado por el significante, queda convertido en… yO

-¿o yA?...

Es decir un sujeto -$; así, bien dividido- que va por la vida a la de Hamlet; invocando al padre acerca de su… ¿sangre?

Lo que sea, invocando al padre por cualquier pelotudez.
Preguntándose por la porquesidad del porqué.

-Padre ¿Acaso no ves que... no sé de qué tipo es mi sangre?

2 comentarios:

  1. Genial! He pasado por dilemas similares, sin invocar a Lacan, eso sí XD

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  2. Saludos, estoy organizando una Gira Virtual para la novela “El Valle de la Inspiración”, por Alexandra Román de Hernández. Nos gustaría que usted y su blog (bitácora) formaran parte de este evento. Comuníquese con nosotros para enviarle la información, lo puede hacer a través de Ivelisse Sanchez (ivelissesanchez@hotmail.com) o con la autora Alexandra Román de Hernández (aroman9@yahoo.es). Esperamos escuchar pronto de usted.
    Gracias, Alexandra Román de Hernández.

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